DATOS DE LA AUTORA:
Célica Esther Cánovas Marmo
celica.canovas@hotmail.com
UNIVA León. Docente-Investigadora.
SNI Nivel I.
Red Interdisciplinaria del Centro
en Estudio de Género (RICEG) A.C.
Presidenta.
Dra. en Ciencias Sociales. UAA,
Aguascalientes.
Post-doctorado en Estudios de
Género. UCES, Buenos Aires.
Resumen
Esta ponencia aborda el papel que
juega el pensamiento crítico en
la autoconstrucción del género,
lo que permite a mujeres y
hombres evadir los prejuicios que
estructuran el laberinto cultural
en que se ven connados. Mismo
que deriva de “una lógica binaria
mediante la cual la diferencia es
conceptualizada como ‘o lo uno o
lo otro’. El uno ocupa la posición
jerárquica superior y el otro (la
otra), la desjerarquizada; uno es
sujeto, el otro (la otra) es objeto”
(Burin, 1996).
Mediante entrevistas realizadas
en diferentes ámbitos y tiempos,
he podido identicar los procesos
subjetivos donde mujeres de
distintas clases sociales, razas,
sectores económicos, niveles
educativos, y algunas con profunda
fe religiosa, construyen nuevos
signicados en torno al género,
-categoría compleja de análisis,
creada para darle visibilidad a las
mujeres en la historia-.
Los resultados de estas
indagaciones muestran que en este
proceso de construcción median
dos tipos de pensamientos: el
intuitivo y el crítico. El primero
permite percibir la magnitud del
problema que implica asumir
la resignicación del género. El
segundo es un proceso reexivo
que ubica a mujeres ante sí misma
y ante los y las demás;
proceso del que no pueden
permanecer ajenos los
hombres, cuando realmente
se involucran en el desafío de
establecer relaciones
intergenéricas diferentes.
Dicho pensamiento crítico y las
maneras subjetivas en que se
maniesta, evidencian una
particularidad femenina que las
pone al margen de una tradición
cultural que les desconoce la
posibilidad de razonar.
Creo importante retomar el
origen de ciertos conceptos como
el género y la perspectiva de
género en momentos en que
tanto se habla sobre la igualdad
de género, del trato con equidad
de hombres y mujeres, así como
de la aceptación de la presencia
femenina en los diferentes
ámbitos sociales. Pienso que esto
es factible mediante la
construcción de otras conductas,
como la que conllevan prácticas
de una especie de sincretismo
entre la razón y la subjetividad,
pautando una feminidad
diferente donde el pensamiento
crítico juega un papel importante.
Palabras clave: Pensamiento,
autoconstrucción, género.
1
Recepción: 5 de Mayo del 2017; Aceptación: 2 de Junio del 2017
Publicación: 31 de Agosto del 2017
Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
1
Universidad Politécnica de Guanajuato
LAS MUJERES, EL LABERINTO CULTURAL Y LA
ASUNCIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO.
Introducción
Abstract
This paper addresses the role of critical
thinking in the self-construction of
gender, which allows women and men
to avoid the prejudices that structure
the cultural maze in which they are
conned. Same as it derives from
“a binary logic by which dierence
is conceptualized as ‘or one or the
other’. The one occupies the superior
hierarchical position and the other (the
other), the unjerarquizada position;
One is subject, the other (the other) is
an object “(Burin, 1996).
Through interviews conducted in
dierent spheres and times, I have
been able to identify the subjective
processes where women of dierent
social classes, races, economic sectors,
educational levels, and some with deep
religious faith, construct new meanings
around gender, - complex category of
analysis , Created to give visibility to
women in history.
The results of these inquiries show that
in this construction process there are
two kinds of thoughts: the intuitive
and the critical. The rst allows us
to perceive the magnitude of the
problem that implies assuming the
resignication of gender. The second is
a reexive process that places women
before themselves and before others;
Process that can not remain unrelated
to men, when they really engage in
the challenge of establishing dierent
intergeneric relationships.
This critical thinking and the subjective
ways in which it manifests, show a
feminine particularity that puts them
outside of a cultural tradition that does
not know the possibility of reasoning.
I think it is important to return to the
origins of certain concepts such as
gender and the gender perspective at
a time when much is being said about
gender equality, equal treatment of men
and women, as well as the acceptance
of women’s presence in dierent
Areas. I think this is feasible through
the construction of other behaviors,
such as those involving practices of
a kind of syncretism between reason
and subjectivity, guiding a dierent
femininity where critical thinking plays
an important role.
Key words: Thought, self-construction,
gender.
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
2
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
Women, the cultural labyrinth and the assumption of critical thinking
El propósito de esta ponencia
es identicar el papel que juega
el pensamiento crítico en la
autoconstrucción del género, lo que les
permite a mujeres y a hombres evadir los
prejuicios que estructuran el laberinto
cultural en que se ven connados por
un sistema que se ha identicado como
patriarcal. Remontándose a las más
antiguas tradiciones de la organización
social, este sistema ha hecho que
las mujeres sean consideradas como
subalternas de los hombres; quienes
ejercen un poder incuestionable por el
único hecho de ser tales; esta homo-
centralidad justica la misoginia.
Me motiva a realizar estas búsquedas
teóricas y empíricas, el darme cuenta
cómo se utilizan en la actualidad los
temas de género y la perspectiva
de género en diversos ámbitos.
Mismos que, muchas veces se hace
tergiversando las ideas originadas
en las luchas reivindicativas de las
mujeres, al responder a una necesidad
del sistema homocéntrico ancestral de
la especie humana.
Si bien la cultura, desde los puntos de
vista sociológico y antropológico, es
factible de denirse como un tejido
de signicados realizado a través del
tiempo y en contextos espaciales
diferentes, me preocupa que los
conceptos de género y de perspectiva
de género se estén utilizando de
manera maniquea por sectores que
tienen el propósito de ‘fagocitar’
los términos, haciéndolo de manera
acorde a sus propios intereses. Lo cual
es aceptado por grandes sectores de
población, sin tener el conocimiento
adecuado que requieren. Entender
este escenario requiere un sistemático
ejercicio de pensamiento crítico, de ahí
la importancia de que sea abordado.
En un afán de reexionar el
contexto social y temporal que
nos desenvolvemos, los temas que
pretendo desarrollar son: cultura,
género, perspectiva de género,
identidad subjetiva-pensamiento
intuitivo y pensamiento crítico.
Si bien este estudio pone énfasis en
lograr un aporte teórico al tema que se
plantea, no concibo ninguna reexión
en torno al género sin partir de
ejemplos tomados de la cotidianidad.
Ello dene una metodología basada
en el estudio etnográco de casos
múltiples (Stake, 2010), para lo cual se
ha utilizado las técnicas de la entrevista
conversacional (individual, grupal) y la
observación. Así como una búsqueda
larga, ya macerada, de y en diversos
aportes teóricos.
¿Qué entender por cultura?
Para Anthony Giddens (1989, 2000, pp.
43-45), la “cultura tiene que ver con
las formas de vida de los miembros de
una sociedad o de sus grupos. Incluye
el modo de vestir, las costumbres
matrimoniales y la vida familiar, las
pautas laborales, las ceremonias
religiosas y los pasatiempos”. Esta
perspectiva permite denir la cultura
como: “los valores que comparten
los miembros de un grupo dado, a
las normas que pactan y a los bienes
culturales que producen. Los valores
son ideales y abstractos, mientras
las normas son deniciones o reglas
que las personas tienen que cumplir”
Giddens.
Según la UNESCO (1982), la cultura es
“aquella a través de la que el hombre
se expresa, toma conciencia de
mismo, se reconoce como un proyecto
inacabado, pone en cuestión sus
Introducción
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
3
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
propias realizaciones, busca incansablemente nuevas
signicaciones, y crea obras que lo trascienden”.
Pongo énfasis en la parte que dice “búsqueda
incansable de nuevas signicaciones”, ya que
ello implica una perspectiva semiótica. Quien así
conceptualiza la cultura es Cliord Geertz (1988), a
partir de los aportes teóricos de Max Weber.
Geertz explica que el ser humano ha creado una red
de signicados en cuya trama vive inserto. Esto hace
que dena la cultura como esa urdimbre la que, para
ser estudiada y comprendida, demanda un análisis
diferente al de una ciencia experimental que busca
establecer leyes universales, porque se trata de una
ciencia interpretativa que en busca de signicaciones.
Desde esta perspectiva semiótica, la cultura es una
creación social factible de ser modicada y cambia
según las épocas y los lugares.
Cabe señalar que la perspectiva de género permite
visualizar al género como construcciones culturales,
lo que hacen de éste una categoría dinámica. En
consecuencia, los roles, las funciones y, por ende,
las conductas estereotipadas de hombres y mujeres,
pueden y deben ser resignicadas.
Algo de historia
La Revolución Francesa de 1789 y los demás
movimientos liberales, promovidos y encabezados
por la burguesía con el objetivo de derrocar la
aristocracia, tuvieron como objetivo el logro de la
igualdad jurídica, así como de la libertad y derechos
políticos ante el Antiguo Régimen. No obstante, las
conquistas de dicho hitos históricos plasmados en los
“Derechos del Hombre y el Ciudadano” se referían
únicamente al hombre, lo que relegaba al anonimato
a gran parte de personas del conjunto de seres
humanos, entre las que destacaban las mujeres.
Esto dio lugar a la lucha del primer feminismo el que,
originado en Europa (Francia e Inglaterra), iba a tener
como ideología el liberalismo burgués.
Fueron los movimientos de las sufragistas, en los
siglos XIX y XX, los que provocaron la continuidad
de las luchas reivindicativas de las mujeres, esta vez
para lograr ser consideradas como sujetos capaces
para votar.Si bien las mujeres siempre habían
desempeñado trabajos fuera del hogar, aunque se
consideraban como complementarios de las labores
hogareñas, ya fuera en los campos, en la producción
artesanal y hasta en industrias como la textil. Sin
embargo, es en el escenario de las dos grandes
guerras mundiales que las mujeres ocupan los lugares
de los hombres que iban a los frentes de batalla,
tanto en la producción general como en la industria
pesada. Cuando terminan las guerras, las mujeres ya
conocían sus capacidades para desempeñarse en la
esfera social y comienzan a defender sus derechos
para desempañarse en ésta.
En consecuencia, es a partir de mediados del siglo
XX que el concepto de género se usa con distintas
acepciones, dependiendo de la época y el lugar, esto
da lugar a que se le tepique como una categoría
histórica que le da presencia a las mujeres en el
escenario social.
El género
Como se dijo renglones más arriba, el género es una
categoría dinámica; por lo tanto, ha evolucionado
y denirlo implica considerar de qué manera se ha
empleado, o sea qué signicados se le han dado.
Así es que una primera acepción es cuando se habla
de mujeres –en especial– y de hombres, según la
visión binaria del sexo
1
.
El segundo signicado se reere a la libertad de
construir el yo social, en cuyo ejercicio siempre han
tenido.
1
La visión binaria del sexo se encuentra en un texto de Mabel
Burin (2004, p.101) donde dice: “La modernidad ha establecido
divisiones en torno a la familia nuclear [constituyéndose en
una] característica del modo de producción capitalista. Existe
[en ella] una lógica binaria mediante la cual la diferencia es
conceptualizada en términos de “o lo uno o lo otro”. El uno
ocupa la posición jerárquica superior y el otro (la otra), la
desjerarquizada. Uno es sujeto, el otro (la otra) es objeto.”
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
4
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
El segundo signicado se reere a la libertad de
construir el yo social, en cuyo ejercicio siempre han
tenido más probabilidades de despliegue los hombres
que las mujeres. El tercero tiene en cuenta los dos
primeros en el “carácter sociocultural del signicado
de género, que lo distingue de la connotación biológica
y corporal del concepto de sexo o de diferencia sexual”
(De Barbieri, 1992, p. 2).
John Money (1955, p. 1) describió el “papel de género”
(gender role), como el “conjunto de conductas
atribuidas a los varones y a las mujeres”. Y fue
Robert Stoller (1968) quien estableció la diferencia
entre sexo y género, al estudiar a niños y niñas con
ciertos problemas anatómicos que se les educaba
de manera acorde a un sexo que siológicamente
no era el suyo. Esto le permitió destacar que el sexo
es la diferencia natural entre hombres y mujeres que
se maniesta mediante características anatómicas y
funcionales especícas, que permiten la procreación
de la especie; por lo tanto, es un hecho biológico. En
cambio el género es el conjunto de signicados que
cada sociedad, y en las distintas épocas, les atribuyen
mujeres y a hombres (Burin, 1994).
Según De Barbieri (1992, p. 3), el término género
se comienza a emplear a manera de “ordenador
teórico”, cuando se cuenta con estudios sobre las
situación social de las mujeres, que evidencian la
dependencia de éstas a los hombres, en un contexto
identicado como “sistema patriarcal”. En esta
etapa de la construcción conceptual, la categoría de
patriarcado
2
se utilizó de manera acrítica.
En la década del ochenta, en el ámbito académico
se gesta la idea de que el género es una categoría
necesaria para analizar la realidad social. Ello le dio
visibilidad a las mujeres en el devenir histórico de las
sociedades.
Joan Scott (1986) dene al género como una categoría
compleja, útil en el análisis histórico. A la vez, plantea
el cuestionamiento de cómo se constituyen y se viven
las relaciones entre hombres y mujeres, así como qué
piensan de ellas. Esto demanda considerar al género
como un elemento constitutivo de las relaciones
sociales basadas en las diferencias sexuales entre
mujeres y hombres, identicándose como la forma
primaria de las relaciones de poder (Bourdieu, 2000).
Lo cual acrecenta la complejidad del género al ser
éste una categoría social en evolución, portadora de
contradicciones.
Por ser una categoría histórica el género se
estructura con elementos que ni son secuanciales, ni
se maniestan aislados, unos de otros. Joan Scott los
caracteriza de la siguiente manera: a) Las diferencias
primarias (naturales) entre hombres y mujeres, de las
que surgen los símbolos culturales predominantes
y disponibles de donde provienen los estereotipos.
Así, la mujer es esposa, madre y objeto sexual;
en consecuencia es una compañera subordianda.
Mientras que el hombre es el jefe de la familia,
protector, proveedor; por tanto, fuerte y racional,
cuyo ejercicio de poder no se cuestiona. b) De los
estereotipos del género se derivan los conceptos
normativos de la conducta individual. Mientras que
la mujer acompaña, cuida, transmite valores, es
abnegada y obedece; el hombre provee de alimentos
y, para ello, se desempeña en el contexto social. c)
Como noción política y de organización social, también
los estereotipos determinan los ámbitos asignados
para el desempeño de los roles y las funciones del
deber ser femenino y del masculino; mientras que la
mujer cuida y organiza el hogar, el hombre se destaca
en en ámbito social, -habla, dirige, ordena, sanciona,
etc-. d) Así mismo, el género signica las identidades
subjetivas con especicidades histórica y cultural;
entendiéndose por subjetividad el entremado que
teje el sujeto-persona para explicar la realidad, desde
su punto de vista.
2
“Kate Millett tomó la categoría de patriarcado de la obra de
Max Weber (1974, p. 303) como un sistema de dominación
de los padres o señores de las casas. De ahí se expandió para
emplearse como la causa o determinación remota, y eciente
a la vez, de la subordinación de las mujeres a los hombres,
en todas las sociedades como un adjetivo que calicaba
-indiscriminadamente- a las sociedades de dominación
masculina” (De Barbieri, 1992, p.3).
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
5
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
Este elemento identicado como identidad
subjetiva es cuando los sujetos, mujeres
y hombres, asumen el género. Parte de
esa subjetividad se hereda culturalmente,
expresada mendiante conductas
estereotipadas; otra parte, el sujeto puede
construirla, expresando signicados
diferentes a los asignados culturalmente.
Reconocer la subjetividad como elemento,
permite entender que el género es
producto de una bipolaridad impuesta por
el sexo, o sea que permite comprender
por qué se asume como algo ‘natural’ y,
por lo tanto, incuestionable. Ello se plasma
en la concepción de una sociedad sexista,
donde dichos sujetos son el sexismo
corporeizado; por tanto, los signicados
atribuidos a ambos no sean reales, sino
asignados (Izquierdo, 2002).
Reinvindicar a hombres y mujeres implica
la deconstrucción de estas categorías que
han sido elaboradas a partir del binomio
‘macho y hembra’. La sociedad sexista,
al ncar sus raíces en los sexos, hace que
hombres y mujeres sean antagónicos
y rivales en el ámbito social; ya que la
complementariedad se diculta por la
imposición de unos sobre otras. Darles
un cariz social implica construir otros
signicado que hagan del género “una
categoría relacional” (Jiménez, 2007, p.
99); lo cual pienso que signica establecer
una relación horizontal y dialógica, entre
mujeres y hombres.
La perspectiva de género
La entiendo como un corpus teórico
polifacético, polisémico y cambiante,
según la época y el lugar. Es compleja al
provenir de una construcción derivada de
distintas búsquedas y desde diferentes
ángulos, para posicionar a las mujeres en
el escenario social. Esto, a la vez que le da
valor a dicha perspectiva, paralelamente le
conere debilidades; lo que redunda en un
devenir conceptual con hitos sobresalientes
y, también, con estancamientos (Cánovas
Marmo, 2015).
Cabe preguntar, ¿por qué es importante
la perspectiva de género para observar la
realidad?
A lo que podemos responder: Primero,
porque la mujer se hace notoria; segundo,
porque destaca que el sistema patriarcal
plantea una sociedad asimétrica, jerárqui-
camente organizada en función del sexo,
lo que pone de maniesto la dominación
masculina al destacar las ventajas que
tiene pertenecer al género masculino,
esté o no el varón desempeñándose como
género dominante. Un ejemplo de esto,
es en el escenario de la producción del
saber; ya que, la perspectiva positivista
del conocimiento universal –objetivo y
racional– universaliza el punto de vista de
que son los hombres quienes ocupan los
lugares preferenciales en el mundo del
conocimiento (Meler, 2012).
La inserción de las mujeres en los campos
laborales, cientícos, académicos,
políticos, administrativos y otros, debido
en algunos casos por necesidad y en otros
por propia decisión demanda la necesidad
de reconocerles el derecho jurídico de sus
presencias en la esfera social. De ahí que,
a partir de la Cumbre de Beijing (1995),
los organismos internacionales –como las
Naciones Unidas, el Banco Internacional
y otros- incorporan los términos género,
igualdad de género, equidad de género
y perspectiva de género; aunque no
reconozcan que ellos son productos de
largas búsquedas reivindicativas de los
diversos feminismo.
La identidad
subjetiva
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
6
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
Precisamente por su origen, la perspectiva de
género no puede invalidar, ni soslayar, el logro de
reivindicaciones para las mujeres en el escenario
social, buscando soluciones políticas a la situación
de las mismas –como lo hicieron las feministas de
las década de los 60, 70 y 80–. Además de reforzar la
denición teórica de género como una “construcción
simbólica [que] contiene el conjunto de atributos
asignados a las personas a partir del sexo. [El género]
se trata [del conjunto] de características biológicas,
físicas, económicas, sociales, psicológicas, eróticas,
jurídicas, políticas y culturales” (Lagarde, 1996, p. 27).
La perspectiva de género da la oportunidad de asumir
de manera holística al género, como una realidad
compleja, multidimensional y dinámica, en lo cual la
lucha reivindicativa de las mujeres aún tiene muchos
escaños que lograr.
Ahora bien, ¿cómo llevar a cabo la reesignicación
del género y participar de manera consciente en la
sociedad de lo que ello implica?
Pienso que hay un proceso de resignicación que
hace el propio sujeto, en y hacia su interioridad, en
el que más que plantearse la pregunta ¿quién soy?,
se tiene que preguntar ¿quién voy siendo?, y así
construir el yo misma. Lo cual implica deconstruirse
y, a la vez, construirse ante sí misma. Proceso que no
es ajeno a considerar la alteridad u otredad, es decir
considerar a los otros y las otras. Es en este proceso
complejo, generalmente intuitivo, donde se esperaría
que aorara el pensamiento crítico y así no incurrir en
los mismos errores que se buscan combatir.
Pensamiento crítico
Antes de denir y ejemplicar el pensamiento crítico
como un elemento importante en la autoconstrucción
del género, es necesario considerar el pensamiento
intuitivo en dicho proceso. Factible de ser denido
como la percepción implícita del problema planteado;
en otras palabras, el pensamiento intuitivo es lo que
permite la aprehensión inmedita del problema y su
posible solución. Esto hace que la construcción del
conocimiento que da lugar a la resignicación del
género, no avance de manera metódica, sino que
es un proceso de idas y vueltas en la búsqueda de
modicar lo heredado culturalmente. Herencia que
tiene por fundamento “la dicotomía de lo femenino-
masculino, [lo que] con sus variantes establece
los estereotipos, las más de las veces rígidos, que
condicionan los papeles y limitan las potencialidades
humanas de las personas al estimular o reprimir los
comportamientos en función de su adecuación al
género” (Lamas, 2002, p. 33).
Sin embargo, hay momentos en que se da el
análisis reexivo donde juega un papel destacado
las capacidades mentales superiores, mismas que
la tradición cultural del género les ha negado a las
mujeres, considerándolas como ‘propias’ de los
hombres.
Es en esta etapa donde las mujeres cuestionan,
analizan, seleccionan, disciernen, valoran, disienten,
proponen, con el propósito de interpretar qué
signica la construcción de misma mediante una
resignicación de su feminidad.
Experiencias ilustrativas
Para cerrar retomaré algunos casos que ejemplican
las habilidades que demuestran el pensameinto crítico
de las mujeres en los procesos de resignicación del
género.
Estos testimonios fueron seleccionados con el
objetivo de identicar habilidades del pensameinto
crítico. Los aportes se obtuvieron mediante
entrevistas a profundidad aplicadas a estudiantes de
postgrados, en dinámicas de grupos focales:
M. -Yo no quise ser como todas las mujeres del
ejido, atadas al metate, los hijos y esperando que
el marido mandara algún dólar del Norte. Me vine a
León y estudié. Ahora soy jefa de enfermeras.
Vemos cómo M. analiza la realidad de las mujeres de
su pueblo y decide buscar otra manera de realizarse,
como persona y como mujer.
L. – Me crié en un ambiente donde las mujeres
teníamos que servir a los hombres. Siempre me
pregunté si se podría tener un trato más igualitario;
en el que diéramos, pero también recibiéramos.
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
7
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
En el caso de L., el contexto cutural del hogar paterno-
materno es cuestionado por la entrevistada, quien
inere la posibilidad de una relación igualitaria entre
hombres y mujeres.
E. - La universidad me ha permitido tomar distancia
de una realidad donde las obedientes seamos solo
las mujeres. Creo que es otra la manera de tratarnos,
de lo contrario seguirá dándose esa doble moral
del “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”; muy
común en nuestra sociedad, en la que al hombre se le
permite hacer cualquier cosa mientras que a la mujer
se le sensura por todo lo que no cumpla como una
“mujer buena”.
La educación para E. ha sido el medio de ver la
problemática del género desde otra perspectiva;
además asume una actitud valorativa de
comportamientos tradicionales que considera
negativos y que cree es necesario cambiar.
S. - Una cosa es colaborar con los hombres, en un
trato recíproco y comprometido; otra, muy distinta
es la unidireccionalidad de las relaciones, donde el
hombre manda y la mujer obedece.
S. pone en juego su capacidad de discernir y
asume una postura respecto al giro que considera
importante darle a las relaciones consuetudinarias de
mujeres y hombres.
F. – En la relación de pareja es importante aprender
a convivir y eso se logra aprendiendo a dialogar. Por
suerte tuve el buen tino de elegir un marido que
comparte esta manera de pensar.
En este fragmento se identica que F. se ubica en
un plano de igualdad con el hombre al seleccionar
formas diferentes de relacionarse entre sí, donde
impera la racionalidad.
A manera de conclusión
Lo expuesto en el campo conceptual y en los
fragmentos testimoniales cumplen con la nalidad
de mostrar las posibilidades de que el género sea
resignicado, atendiendo el origen que ha movilizado
a través de varias décadas a muchas mujeres y a
ciertos hombres, pensando en la posibilidad de una
vida justa para ambos.
El laberinto cultural ha sido abierto. Aunque creado
por la tradición a partir de las diferencias sexuales
que ha hecho jefes a los hombres y subordinadas
a la mujeres, lo que les ha restado derechos, al
argumentar que esas diferencias son naturales, no
pueden ser modicadas. No obstante, a partir de
entender que dichas diferencias son establecidas por
la cultura y ésta es dinámica -al cambiar según los
contextos temporales y espaciales-, los signicados
pueden ser cuestionados y modicados.
Unir la disposición de mujeres y de hombres para que la
realidad dicotómica y antagónica acabe, sería replicar
el acuerdo de colaboración entre Teseo y Ariadna, ya
que él contó con el hilo que le proporcionó ella, y así
logró salir del laberinto. Luchar contra el minotauro
de la tradición es tarea de ambos; sólo así se vencerá
la imposibilidad de abandonar los pasadizos del
laberinto cultural, tapiados por la ignorancia.
El derecho a una vida digna y libre de violencia es
un trabajo inteligente de todos los seres humanos,
¿acaso Teseo y Ariadna no se pusieron de acuerdo
para vencer el minotauro?
No es cuestión de lucir términos de un léxico que, por
origen, es ajeno. Lo que queda por delante, es una
tarea reinvidicativa árdua; en la que el pensamiento
intuitivo primero, debe complementarse después
con el pensamiento crítico, tanto en las mujeres,
como en los hombres. Ya que, en todos los estratos
sociales, razas, contextos laborales, el quehacer
político demanda el empleo honesto de la categoría
de género y los conceptos que se realcionan con el
mismo, como perspectiva, igualdad y equidad.
¿Se podrá? Según la leyenda, el minutauro era
invencible y el laberinto en que vivía, quien entraba
no lo podía abandonar y era devorado por la bestia.
No obstante, ya sabemos cómo acaba la historia.
Lo que cabe es accionar nuestras mentes, para saber
qué juego nos imponen y qué estrategias idear para
no resultar vencidas.
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
8
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56
•Browne, M. Neil, y Keeley, Stuart M. (2003). Haciendo las
preguntas correctas. USA: Prentice-Hall.
•Brunner, Jerome. (1980). “Pensamiento intuitivo y pensamiento
crítico”, en Realidad mental u mundos posibles. Barcelona:
Gedisa.
•Burin, Mabel. (1994). “Género y Psicoanálisis: Subjetividades
femeninas vulnerables”, en Espacios Temáticos: Psicoanálisis,
estudios feministas y género.
Recuperado en: http://www.psicomundo.com/foros/
subjetividad.htm
•Burin, Mabel. (2004). “Género femenino, familia y carrera
laboral: Conictos vigentes”, en Revista Subjetividad y Procesos
Cognitivos, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales,
Buenos Aires, pp. 48-79.
•Bourdieu, Pierre. (2000). La dominación masculina. Barcelona:
Ed. Anagrama.
•Cánovas-Marmo, Célica E. (2015). “Poiesis del género.
Experiencias de mujeres y hombres, estudiantes universitarios
de León, Guanajuato, (México)”, en Revista Cientíca de la
Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES),
Patrocinada por la Asociación Dirigente de Empresas. Vol. XIX –
No. 1. Primavera, pp. 63-89. ISSN 1514-9358
http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/handle/123456789/3312
•De Barbieri, Teresita. (1992). “Sobre la categoría género. Una
introducción teórico-metodológica”, en ISIS (ed.): Fin de Siglo.
Género y Cambio Civilizatorio, Ediciones de las Mujeres, 17.
•Facione, Peter A., Facione Noreen C., y Giancarlo, C. (2000).
“La Disposición hacia el pensamiento crítico: Su carácter, medida
y relación con las habilidades de pensamiento crítico”, en Diario
de Lógica Informal, Vol. 20 No. 1, pp. 61-84.
•Foucault, Michel. (1992). Microfísica del poder. Madrid: Ed. La
Piqueta.
•Geertz, Cliford. (1988). La interpretación de las culturas.
Barcelona: Gedisa.
•Giddens, Anthony. (2000). Sociología, Madrid: Alianza Editorial,
3° edición - revisada, pp. 43-51.
•Gilovich, Thomas; Grifn, Dale; y Kahneman, Daniel. (2000).
Heurísticas Y Predisposiciones: La Psicología del juicio intuitivo.
Cambridge: University Press.
•Izquierdo, María de Jesús. (2002). “¿En qué consiste la
masculinidad? De lo privado a lo público, de lo personal
a lo relacional, de lo psíquico a lo social”, en Reunión de
masculinidad y políticas públicas. México: PUEG-UNAM, del 25
al 27 de noviembre.
•Jiménez-Guzmán, María Lucero. (2007). “Algunas ideas de
la construcción social de la masculinidades y las feminidades,
el mundo público y el mundo privado”, en Reexiones sobre
masculinidad y empleo. Cuernavaca-Morelos: Centro Regional de
Investigaciones Multidisciplinarias, pp. 99-118.
•Lagarde, Marcela. (1996). “La perspectiva de género”, en Género
y feminismo. Desarrollo humano y democracia. España: Ed.
HORAS, pp. 13-38.
•Lamas, Marta. (2002). Cuerpo: Diferencia sexual y género.
México: Ed. Taurus.
•Meler, Irene. (2012). “Las relaciones de género: Su impacto
en la salud mental de mujeres y varones”, en César Hazaki
(Compilador), La crisis del patriarcado. Buenos Aires: Ed. Topía,
pp. 23-46.
•Money, John, Joan Hampson y John Hampson (1955). “An
examination of some basic sexual. Concepts: The evidence of
human hermaphroditism”, en Johns Hopkins Hospital, Octubre,
pp. 301-319.
•Scott, Joan W. (1986). “Gender as a Useful Category of
Historical Analysis”, American Historical Review, 91, pp. 1053-
1075, https://doi.org/10.2307/1864376
•Stake, Robert (2010). Multiple Case Study Analysis. New York:
Guilford Press.
•Stoller, Robert (1968). Sex and Gender. New York: Science
House.
•United Nations Educational, Scientic and Cultural Organization
(UNESCO). (2006). Denición de cultura. Recuperado en:
http://www.unesco.org/new/es/mexico/work-areas/culture/
Bibliografía
Management Review
No. De reserva 04-2014-081110025600-203
ISSN 2007-977X
Vol.2 No.2 2017
Copyright (c) 2017 Célica Esther Cánovas Marmo
E
ste texto está protegido por una licencia Creative Commons 4.0
.
Usted es libre para Compartir (copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato), siempre que cumpla las condiciones de:
Atribución : Usted debe dar crédito a la obra original de manera adecuada, proporcionar un enlace a la licencia, e indicar si se han
realizado cambios. Puede hacerlo en cualq uier forma razonable, pero no de forma tal que sugiera que tiene el apoyo del licenciante o
lo recibe por el uso que ha ce de la obra.
No Comercial: Usted no puede hacer uso de la obra con propósitos comerciales
Sin Derivadas: Si remezcla, transforma o crea a partir de la obra, no podrá distribuir la obra modificada
Resumen de la licencia
Texto completo de la licencia
9
DOI: https://doi.org/10.18583/umr.v2i2.56