Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
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ASPECTOS FUNDAMENTALES PARA FORTALECER LA
PHRÓNESIS (ΦΡΌΝΗΣΙΣ) DEL GERENTE DE PROYECTO,
IDÓNEO Y APTO PARA EL SIGLO XXI
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RESUMEN
La areté (excelencia) gerencial de todo Gerente de Proyecto,
le exige la progresiva ampliación de su Sophia (sabiduría
intelectual-teórica) a fin de lograr la mejora continua de
su Phronēsis (sabiduría práctica), de esta forma, usando
el principio de Symplokê (interdisciplinariedad), como hilo
conductor, en el presente artículo se definirá el termino
Phrónesis, se colocará el acepto en la Razón y la Cognición,
se hablará sobre la longeva incomunicabilidad entre las
disciplinas y el necesario principio de Symplokê, se hablará
sobre las «apropiaciones» de Descartes y su Méthode,
finalizando con una disertación donde se señalará la postura
que debe tomar todo Gerente de Proyecto, concluyendo
que el fortalecimiento de la Phrónesis tiene su génesis en la
eterna ampliación de la Sophia y así, el constructo Sophia +
Phrónesis, conforma el antídoto para combatir los embates
de la ola ultra-competitiva en la que está inmerso el Gerente
de Proyecto del siglo XXI.
PALABRAS CLAVE: Cognición, verdad, incomunicabilidad,
symploké, bonae mentis.
Salvatore Tarantino-Curseri
Asesor e Investigador independiente
de las Ciencias Gerenciales
San Antonio de los Altos, Estado
Miranda, Venezuela
sig.staran@yahoo.com
FUNDAMENTAL ASPECTS TO STRENGTHEN THE PHRONESIS
(ΦΡΌΝΗΣΙΣ) OF THE PROJECT MANAGER, SUITABLE AND
COMPETENT FOR THE 21ST CENTURY.
Recepción: 23 de Enero de 2019; aceptación: 03 de Marzo de 2019
ABSTRACT
The manager's arete (excellence) of every Project Manager requires the progressive enlargement of
his Sophia (intellectual-theoretical wisdom) in order to achieve the continuous improvement of his
Phronēsis (practical wisdom), in this way, using the principle of Symplokê (interdisciplinarity), as the
guiding thread, in this article the term Phronesis will be defined, acceptance will be placed in Reason
and Cognition, the long-term incommunicability between the disciplines will be discussed, and the
necessary Symplokê principle will be discussed. appropriations "of Descartes and his Méthode, ending
with a dissertation where the position that should be taken by all Project Managers, concluding that the
strengthening of Phronesis has its genesis in the eternal expansion of the Sophia and thus, the Sophia
+ Phronesis construct, forms the antidote to combat the ravages of the ultra-competitive wave in which
the Project Manager of the 21st century is immersed.
KEYWORDS: Cognition, truth, incommunicability, symploké, bonae mentis
Vol. 3 Núm.3 2018
Universidad Politécnica de Guanajuato
Publicación: 20 de Marzo de 2019
DOI: http://doi.org/10.18583/umr.v3i3.128 ISSN: 2007-977X No. de Reserva 04-2014-08111025600-203
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Ante una toma de decisión, olvídate de la corazonada
y la intuición, asegúrate que los ojos vean y los oídos
escuchen y deja que las funciones ejecutivas del
lóbulo frontal, le saquen provecho a tu nivel cognitivo.
INTRODUCCIÓN
En términos generales, la puesta en práctica de la
Gerencia de Proyecto se remonta a los albores del
homo sapiens, éste gracias a su maduración cortical,
supo aprovechar las funciones ejecutivas y desde sus
inicios definió, diseñó, planificó, ejecutó y administró
proyectos. Éste por ser un ser práxico y noético a la
vez, ha sentido siempre la necesidad de ampliar
y mejorar su cognición conceptual y con ella, su
incesante búsqueda de la innovación incremental que
ha caracterizado a ese ser autodenominado «homo
sapiens», de hecho la historia está impregnada de
muchos ejemplos prácticos de la Administración
de Proyecto; las pirámides egipcias (Martínez H.,
2018), la ingeniería hidráulica en Mesopotamia
(Rost, 2017), la Gran Muralla China (Jing, 2015)
(Cháng Chéng) y el Arsenal de Venecia (Gasparetto
& Ceccarelli, 2018) son tan solo pequeños ejemplos
de su puesta en práctica, pero a pesar de ello, el que
fuera presidente del Comité de Normas (PMBOK) del
Project Management Institute (PMI®) (desde finales
de 1989 hasta principios de 1992), el Dr. Alan M.
Stretton (2007) puntualiza que el término «Gerencia
de Proyecto» fue pronunciado por primera vez en los
inicios de la década de los 50 (siglo pasado) en Bechtel
Corporation, de hecho dicha controversial empresa
norteamericana, fue la primera empresa en tener la
figura de Gerente de Proyecto en el famoso proyecto
de construcción del oleoducto Transmountain Oil
(desde 1951 hasta 1953), en términos simplista, con
una duración de 3 años (inició en 1951 y terminó en
1953) dicho proyecto consistió en la instalación de 24
estaciones de bombeo y 1.150 Km de tubería (desde
Canadá «Edmonton pasando por Columbia Británica»
hasta dos refinerías en Washington «Cherry Point
y Anacortes»)
1
. Evidentemente los beneficios y el
impacto en el logro de los objetivos por parte de ésta
innovadora figura en la Administración de Proyectos,
actuó como detonantes en la construcción de un
cuerpo de conocimientos orbitando alrededor de lo
que hoy se conoce como proyecto.
Han trascurrido 68 años de innovación y producción
científica en las diferentes disciplinas del saber que han
ensanchado y fortificado el cuerpo de conocimientos
de todas las ciencias en general, sin embargo gracias
a su miopía psíquica, auspiciada por la seductora
ilusión de la inmediatez del resultado y acentuada por
el amor incondicional al statu quo, el actual Gerente
de Proyecto se quedó anclado en el último cuarto del
siglo pasado y no ha logrado alcanzar la necesaria
madurez profesional cognitiva para entender y
aceptar que está inmerso en una crisis ontológica que
ha catalizado la proliferación desmedida de sesgos,
impidiendo el poder amalgamar los diferentes
estatutos epistemológicos que sustentan sus objetos
e impactando negativamente en el logro integral del
éxito del proyecto.
Ante esta innegable realidad, reflejo de la ya longeva
tesitura de crisis ontológica y tomando como génesis
la concepción de «ser» de Jean Paul Sartre (2017) como
el noema forjado en la noesis, se consideró pertinente
elaborar este artículo con el objeto de incentivar una
hermenéutica reflexiva a fin de coadyuvar a develar
el ser del Gerente de Proyecto como tal, ya es hora
que éste se desprenda del manto de la diosa Maya
de la mitología hindú y tome «conciencia noética de
sí», Sartre (2017) diría que ya es hora de develar al
ser cognoscente en tanto que es y no en tanto que es
conocido (como ha sido hasta ahora), de esta forma es
imperativo que el actual Gerente de Proyecto adopte
una postura ontológica que lo sitúe como pivote en el
mero centro de la compleja realidad fenomenología
(φαινόμενoν) académica, social, económica, política
y técnica y con ella, edifique el andamio moral, ético,
epistemológico, metodológico y técnico, coherente
con la necesaria ruptura de paradigmas que demanda
el siglo XXI.
1
Recuperado el 5 de Ene de 2019, de https://www.kindermorgan.com/content/docs/kmincanadabrochure2013_web.pdf
Vol. 3 Núm.3 2018
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De esta forma, partiendo del hecho innegable que
todo Gerente de Proyecto «Debe» (con “D” mayúscula)
ser un polímata (πολυμαθής), capaz de navegar
por la multidisciplinariedad y saber construir la
interdisciplinariedad que le exige su quehacer diario y
apoyándose en los tópicos desarrollados en el marco
teórico, el objetivo de este artículo es incentivar al
Gerente de Proyecto (que esté en busca de la are
(ἀρετή) gerencial) que expanda su Sophia (Σoφíα) a
fin que dicha ampliación, actúe como incentivo para
crear nuevas conexiones sinápticas y por ende, forjar
nuevas redes neuronales
2
(Tarantino-Curseri, 2015;
2018) que le permitirán fortalecer su Phrónesis.
Siguiendo este orden de ideas, a continuación un
sucinto marco teórico a fin de preparar las bases para
la disertación y posterior conclusión de este artículo.
A continuación un breve recorrido, que ayudará a
preparar un bosquejo teórico-conceptual, sobre
algunos tópicos que facilitaran la hermenéutica
reflexiva propuesta en ente opúsculo, para así
correr el velo y desocultar lo tácito a fin de develar
el ser del Gerente de Proyecto y como acto seguido,
pueda usted formularse la postura ontológica que le
permitirá posesionarse y mantenerse surfeando en
la cúspide de la ola ultra-competitiva que impone la
avasallante Globalización (Montero J., 2018; Rohbeck,
2018) del presente siglo XXI.
¿Qué se entiende por Phrónesis?
Para el extraordinario pensador griego, Aristóteles
(Ἀριστοτέλης) (384 a. C. - 322 a. C.), comúnmente
conocido como el estagirita, el término de su autoría,
phrónesis (Φρόνησις) es la piedra angular de su
«filosofía práctica» (Taylor A. E., 1919, págs. 99-124),
para él, es sinónimo de «prudencia» y es una virtud
por sí misma; no es una ciencia y tampoco un arte,
es simplemente un modo de ser racional verdadero y
práctico, respecto de lo que es bueno y malo para el
hombre (Taylor T. , 1818; Aristóteles, 1869).
Sin embargo, dicho vocablo, referido en el epígrafe
de este artículo, hace referencia a la phrónesis
propuesta por el discípulo de Martin Heidegger,
el filósofo alemán, Hans Georg Gadamer, quien
siguiendo los pasos de su maestro y al relacionar
la “dialéctica natural” kantiana (Kant, 1881, págs.
573-602) con la combinación phrónesis - ethos
aristotélica (Velázquez, 2018), plantea una simbiosis
entre phrónesis, el aspecto moral y la hermenéutica.
José Luis Velázquez comenta que Gadamer, al
configurar su concepto de razón práctica, de manera
específica destaca tres ideas (2018, pág. 161):
[…] la phrónesis como elemento articulador del logos
y el ethos; y la phrónesis como una clase de saber
práctico diferente a los saberes comprometidos
con una verdad práctica no-moral (téchne) o con la
verdad teórica (episteme, nous, Sophia). La tercera
idea es la representación de la phrónesis como un
tipo de autoconocimiento.
De esta forma, la phrónesis referida en el epígrafe,
hace alusión a una sabiduría práctica capaz de
seleccionar los medios más idóneos para lograr el
mejor fin.
Es la virtud propia del entendimiento práctico
orientada a la realización del bien supremo del
hombre […] el principal fin de la phrónesis es
constituirse cual principio de acción en las que se
persiguen, y se eligen, deliberadamente los medios
rectos a nuestro alcance, orientados a alcanzar el
bien (Blanco C., 2018, págs. 95, 100).
Para finalizar con este ítem, Velázquez explica que
Gadamer al analizar la acepción aristotélica de
phrónesis, define dos dimensiones con el objeto de
consolidarla como una capacidad intelectual y un
modo de ser; con la primera, convierten a la phrónesis
en un «saber para sí» y con la segunda, identifica
a la phrónesis como una “forma absolutamente
originaria de experiencia” de la que derivan todas las
demás formas de experiencia (Velázquez, 2018, pág.
162).
2
La creación de nuevas redes neuronales es una capacidad del sistema nervioso conocida como «plasticidad cerebral» (Tarantino-Cur-
seri, 2018) o neuroplasticidad.
MARCO TEÓRICO
Vol. 3 Núm.3 2018
DOI: http://doi.org/10.18583/umr.v3i3.128 ISSN: 2007-977X No. de Reserva 04-2014-08111025600-203
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Reemplazar la imaginación por la
cognición
«Nihil est in intellectu quod non sit prius in
sensu» (Nada hay en el intelecto que no estuviera
previamente en los sentidos), el origen de esta
máxima no está del todo claro, a pesar que no está
textualmente señalada en ninguno de sus textos,
se le atribuyen erróneamente (Cranefield, 1970)
al inmortal Aristóteles, quizás la génesis de dicha
errónea paternidad se basa en el hecho irrefutable
que dicho apotegma está inspirado en su teoría de
conocimiento (γνῶσις) plasmada en varias de sus
obras como la Ethica Nicomachea (1869; 2018) y
Analytica posteriora (1960; Bronstein, 2016).
Lo cierto es que la longeva tesis que el «inteligir» es
posterior al acto de «sentir», no nace con Aristóteles,
se estima que su génesis se ubica muchos años atrás.
De acuerdo con Zubiri inició con Parménides:
A lo largo de toda su historia, la filosofía ha atendido
muy detenidamente a los actos de intelección
(concebir, juzgar, etc.) en contraposición a los distintos
datos reales que los sentidos nos suministran. [...]
Este enfoque del problema de la inteligencia contiene
en el fondo una afirmación: inteligir es posterior a
sentir, y esta posterioridad es una oposición. Fue la
tesis inicial de la filosofía desde Parménides, que
ha venido gravitando imperturbablemente, con mil
variantes, sobre toda la filosofía europea (Zubiri,
1998, págs. 11-12; 1999a, pág. 4)
El autor de este artículo considera que los primeros
intentos dirigidos en esa dirección se engendraron
en la segunda mitad del siglo IX a. C. (circa 850 a. C.),
con el uso del noûs (mente) y noeîn (pensar) (Von
Fritz, 1943) por parte de Homero en los versos de sus
dos grandes epopeyas, Ilíada y Odisea (Freely, 2015),
posteriormente Parménides de Elea y Anaxágoras
(entre otros) le labran el terreno a Aristóteles y éste
lo desarrolla hasta el punto que muchos autores
le otorgan la paternidad de «Nihil est in intellectu
quod non sit prius in sensu». Ahora bien, dicho
aforismo, actuando como pivote y centro de masa
del pensamiento empirista dogmático, mantuvo su
reinado en la teoría gnoseológica de la Edad Media
(comprendida entre los siglos V y el XV - años 425 y
1453 aproximadamente) y la primera mitad de la
Edad Moderna (comprendida entre los siglos XV y el
XVIII - años 1453 y 1789 aproximadamente), entre sus
grandes defensores se encuentra a Santo Tomás de
Aquino (Tommaso d'Aquino) (1224/1225 - 1274) quien
plasma textualmente dicho apotegma en su inmortal
obra Quaestiones disputatae: De veritate (de Aquino,
1883, pág. 530) y de hecho, lo toma como suyo y
establece su célebre sentencia: “nada hay en mi
corazón que antes no haya pasado por mis sentidos”
(Henríquez G., 2009, pág. 45).
Para finales de la primera mitad de la Edad Moderna,
con la llegada de Nicolás Copérnico (Nicolaus
Copernicus) (1473-1543) se inicia la famosa Revolución
científica (entre los siglos XVI y XVII) específicamente
con su magistral obra De revolutionibus orbium
coelestium (1543; 2018), marcando así el inicio del fin
del ya longevo, sensualismo dogmático aristotélico-
escolástico. Con Copérnico se pone de manifiesto
que la supuesta realidad empírica-sensorial producto
de la simple observación del aparente movimiento
del Sol era tan sólo imaginaria. Y así con Copérnico
y posteriormente, Francis Bacon (1561-1626) con
sus obras De Dignitate et Augmentis Scientiarum
(1829) y sobre todo, la génesis del método inductivo
plasmado en Novum Organum (1878; Jaime-Mirabal
& Ladino-Luna, 2018), junto con Galileo Galilei
(1564-1642) y su Dialogo (1874; 1914), se inicia la
construcción del andamio que permitió reemplazar
la romántica imaginación de la gnoseología (γνωσις)
aristotélica-escolástica por la razón en la gnoseología
racionalista y la experiencia en la gnoseología
empirista. Dicho andamio sentó las bases de dos
coetáneas corrientes filosóficas contrastantes que
han reinado por los últimos 400 años, por un lado
la teoría filosófica «Empirista» inspirada en Bacon
y formulada por John Locke (1632-1704) en su obra
Ensayo sobre el entendimiento humano (1856; 2018)
donde, inspirado en los aportes de Bacon, coloca a
la experiencia (έμπειρία) como la primera fuente
3
El historiador y principal biógrafo de Homero, Heródoto de Halicarnaso (484 a. C.-425 a. C.,), comenta que: "La invención de la
Teogonía griega, los nombres, los honores, las formas y las funciones de las deidades puede atribuirse a Hesíodo y Homero, que creo
me han precedido en no más de cuatrocientos años" (1830, págs. 199-200).
Vol. 3 Núm.3 2018
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del conocimiento y posteriormente la reflexión
(reflexio) (Ferreiro S., 2015). Esta tesis fue secundada
ampliamente por George Berkeley (1685-1753) en su
obra A treatise concerning the principles of human
knowledge (1978) y por David Hume (1711-1776) en su
obra An enquiry concerning the human understanding
(1894; 2015), por el otro lado, la reconocida corriente
filosófica «Racionalista» por René Descartes, también
conocido como Renatus Cartesius (1596-1650) quien
la dio a conocer en sus obras, como por ejemplo:
Regulae ad Directionem Ingenii (1908) y el Discours
de la Méthode (1902; 2015).
Por inferencia de lo expuesto, ¿cuál debería ser el
método que todo Gerente de Proyecto debería llevar
a la praxis?:
1.
¿El método deductivo de la gnoseología
escolástica, cuya tesis se soporta en los
sentimientos y su instrumento básico es el
silogismo aristotélico?
2.
¿El método inductivo formulado por Bacon y
desarrollado por Locke, cuya tesis se soporta en la
experiencia para la selección y recolección de los
datos y la cognición para su análisis, clasificación,
tratamiento y transformación?
3. ¿El método deductivo cartesiano, partiendo de lo
general a lo particular, su fuerte es el tratamiento
gnoseológico del fenómeno a estudiar, su tesis
se soporta en la «duda metódica» y la esclarece a
través del análisis y la síntesis?
4.
Indiscutiblemente la opción (1) es válida sólo para los
escolásticos, en el siglo XXI es inconcebible, por el otro
lado, tanto la opción (2) como la opción (3), hasta no
hace mucho, eran aceptables incluso la combinación
de los dos (deductivo-inductivo), pero estando en el
siglo XXI, con la avasallante penetración hegemónica
de la Globalización, los imparables avances
tecnológicos y la ultra competitividad laboral, sobre
todo en los cargo de dirección, el actual Gerente de
Proyecto ¿puede continuar con la inercia y quedarse
aferrado al statu quo?, el Gerente de Proyecto, con
énfasis en el Gerente de Proyecto de alto nivel, a
cargo de grandes o mega-proyectos, por razones de
sobrevivencia, o se adapta a las actuales exigencias
competitivas o simplemente será apabullado y
arrollado por la voraz competencia.
A continuación el autor de este artículo fija postura
entre la imaginación aristotélica-escolástica y la
razón cartesiana en el esclarecimiento de la verdad.
La «Verdad Real» y la trilogía
zubiriana (las 3 inteligencias)
Entre los principales objetivos que todo Gerente
de Proyecto debe tener siempre presente, es la
búsqueda de la «verdad verdadera», búsqueda
que inicia con la verdad real de Zubiri, no cualquier
verdad, no la simple verdad (ἀλήθεια «alétheia»),
la verdad real, fundamentada en la realidad, pero
partiendo de la premisa axiomática que la realidad
no necesariamente muestra la verdad, se debe
tener claridad en el ¿cuál? verdad real se debe
buscar, para ello, el filósofo español Xavier Zubiri,
aclara el panorama al señalar que la verdad real es
la ratificación de la realidad propia de la cosa en la
intelección sentiente (Zubiri, 1985; 1998; 1999a;
1999b).
El hombre no solamente ve una serie de cualidades y
luego piensa o intelige que tienen que proceder de una
realidad, sino que siente primaria e inmediatamente
la realidad. Y, precisamente por eso, ese acto único
es al que he llamado intelección sentiente. El hombre
siente la realidad. En la medida en que lo sentido es
realidad ese acto es inteligencia, y en la medida en
que es sentido en forma de sensación, ese acto es
sentiente. Lo cual quiere decir que la realidad se le
presenta primariamente al hombre justamente en
forma de impresión (Zubiri, 1999b, pág. 53)
En palabras simples, Zubiri con un claro antagonismo
con Aristóteles y la escolástica por asociar la verdad
con los sentidos y en franca contraposición con
Descartes por haber opuesto erróneamente la razón
a los sentidos, establece un ciclo perenne recursivo
de reajuste continuo, achicando en cada ciclo la
brecha entre la verdad verdadera y la cosa en sí
misma. Dicho ciclo inicia con la primera inteligencia
de su trilogía (Espinoza L., Lombardo B., & Vilches V.,
2018) (proceso del conocer, de «intelección»):
Vol. 3 Núm.3 2018
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Inteligencia Sentiente
Aferrada al «sentir», es la aprehensión sensible de la
realidad de la cosa en cuanto tal (Espinoza L., Moya
D., & Vilches V., 2018), es en esta inteligencia donde se
ubica la verdad real y con ella se inicia el proceso en
la búsqueda de la verdad verdadera, es el elemento
básico inicial de la intelección del homo sapiens,
parafraseando a Zubiri, es la «aprehensión primordial
de realidad como tal», es básicamente el primer
contacto entre quien aprehende y lo aprendido.
En esta aprehensión aprehendemos, pues,
impresivamente la realidad de lo real. Por esto
la llamo aprehensión primordial de realidad. En
ella la formalidad de realidad está aprehendida
directamente, no a través de representaciones o cosas
semejantes. Está aprehendida inmediatamente, no en
virtud de otros actos aprehensivos o de razonamientos
del orden que fuere. Está aprehendida unitariamente;
esto es, lo real, pudiendo tener y teniendo, como
generalmente ocurre, una gran riqueza e incluso
variabilidad de contenido, este contenido es,
sin embargo, aprehendido unitariamente como
formalidad de realidad pro indiviso, por así decirlo
(Zubiri, 1998, págs. 64-65; Zubiri, 1999a, pág. 26).
Efectivamente, en esta aprehensión se aprehende
desde lo aprehendido como tal, es decir, es una
aprehensión recursiva que se activa cada vez que
la Inteligencia Sentiente se desvela ante la misma
cosa como tal. En palabras de Zubiri “lo aprehendido
queda en la aprehensión como algo «en propio»,
algo «de suyo»” (1998, pág. 191; 1999a, pág. 69). Este
primer paso de la búsqueda de la verdad verdadera,
tiene un «core centralis» claramente identificado, «la
inmanencia de la intelección “en” el sentir mismo»,
en definitiva, el homo sapiens no siente a través de
sus sentidos, sino más bien “Cada sentido intelige
la realidad en modo distinto, y la impresión de
realidad es la unidad estructural de estos modos en
la intelección” (Zubiri, 1999b, págs. 63-64).
Sentir algo real es formalmente estar sintiendo
intelectivamente. La intelección no es intelección
«de» lo sensible, sino que es intelección «en» el sentir
mismo. Entonces, claro está, el sentir es inteligir:
es sentir intelectivo. Inteligir no es, pues, sino otro
modo de sentir (diferente del puro sentir). Este «otro
modo» concierne a la formalidad de lo sentido. La
unidad de inteligencia y de sentir es la unidad misma
de contenido y formalidad de realidad. (Zubiri, 1998,
pág. 84; Zubiri, 1999a, pág. 34).
Precisamente, no por nada este primer integrante de
la trilogía se llama «Inteligencia Sentiente» de ella se
obtiene, a través de la aprehensión, una verdad simple
y si lo aprehendido es realidad, se tiene entonces una
impresión de realidad sentida o como diría Zubiri,
se tiene en su actualidad, una ratificación de lo real
como tal, pero solo se sabe que es real, no se puede
discernir el real contenido de dicha aprehensión.
La intelección sentiente coloca en el primer plano
la realidad misma pero, y como acto seguido, se
requiere desvelar a través de la intelección, el «en»
del inteligir «en la realidad que circunscribe la
aprehensión primordial de realidad que se acaba
de realizar», ¿qué de esta cosa real en cuanto real,
es real en la realidad?, para darle contestación a
esta interrogante se le pedirá al logos (λóγος) que
haga acto de presencia en este diálogo, y apelando
a su capacidad mostrativa, dirija la búsqueda de la
respuesta.
Inteligencia y Logos
Antes de iniciar con el segundo componente de la
trilogía, se consideró pertinente puntualizar que el
«Logos», referido textualmente en el epígrafe de este
ítem, no es cualquier logos, es el «logos sentiente»
formulado por Zubiri. La pertinencia de dicha
puntualización radica en el hecho innegable que el
sustantivo y algunas veces verbo «Logos», reviste
un carácter polisémico
4
sinigual y, en consecuencia,
alude un significado impreciso que exige, previo a
cualquier desarrollo ulterior, la necesaria mediación
conceptual del término.
Ahora bien, para facilitar la ilación se debe señalar que
se dispone de la aprehensión primordial de realidad
como tal, proveniente del primer componente de
la trilogía, pero es solo eso, es una aprehensión
compactada de la cosa real, contentiva de tres «es»
inmanentes de la cosa como tal:
4
Dicha polisemia inicia con el autor del término, Heráclito de Éfeso (Heraclitus, 1889, pág. 8; Fuller, 1923, pág. 130; Kirk & Raven,
1957, pág. 187) y ha perdurado hasta hoy. Solo a manera de ejemplo, Aristóteles, a dicho término, le adjudicó un número considerable
de sinónimos “tales como (aunque no son los únicos):
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la cosa es, existe, es real
la cosa tiene forma, tiene color, tiene un
«cómo es» que la define
la cosa ¿qué cosa es?
Para des-compactar dicha aprehensión, se requiere
un logos con movimiento dinámico bidireccional,
debe ir de la cosa al Todo que la contenga y viceversa,
en ese ir y venir, entra en escena el silogismo, no el
silogismo del estagirita (Aristóteles, 1938), es un
silogismo comparativo no solo entre la verdad real de
la cosa como tal y las cosas aprehendidas contenidas
en el Todo que la contiene (para Zubiri es el «campo»),
sino también un colegir en la relación cosa-Todo,
Todo-cosa, en palabras de Zubiri un «colegir campal»
un «escoger en conjunto», ha dicho logos es el que
Zubiri llama «logos sentiente».
Este logos sentiente es tal porque realiza una
«intelección campal», es decir, una intelección que a
partir de una cosa real le remite a otra que pertenece
a ese mismo campo, esto supone ya una «intelección
dual» es decir, de la cosa como realidad y de su «en
realidad». (Basaldúa, 1983, pág. 120).
Del árbol al bosque y del bosque al árbol, con este ir
y venir se intelige el «cómo es» la cosa como tal, pero
falta saber lo que la cosa es «en realidad», falta darle
respuesta a la pregunta anteriormente formulada
¿qué de esta cosa que ya se sabe cómo es, es real
en la realidad? Para ello se requiere del juicio, de la
razón, de la intelección de una realización, lo que
para Zubiri es «afirmación» (1999a, pág. 145).
Inteligencia y Razón
Así como «Logos», el carácter polisémico que
reviste el término «Razón» ha engendrado múltiples
acepciones que han proliferado a lo largo de la historia
de la filosofía y las ciencias; desde Homero hasta
nuestros tiempos, a dicho término se le ha conferido
múltiples usos y un número mayor de sinónimos,
por lo que imposibilita el poder resumir en páginas
el contenido conceptual que circunscriben esas 5
letras «Razón». Por estas razones se hablará un poco
sobre el sinónimo que empleó Zubiri, «afirmación».
Con la afirmación está la «evidencia» y la posterior
«verificación», piezas claves en este tercer y último
componente da la trilogía.
Estando en este momento de la búsqueda de la
verdad, surge un distanciamiento de la cosa y se
coloca en el primer plano el Todo, estando en él, se
irá de una cosa aprehendida a otra (experiencia) a
fin de construir los diferentes «sería» de la cosa en
realidad. Este inteligir desde el Todo lo que la cosa
es en realidad genera un juicio, una afirmación y con
ella se desvela la evidencia (Zubiri, 1999a, pág. 182).
Ahora, el carácter radical de la afirmación es la
evidencia. Por lo tanto, es necesario decir que la parte
formalmente específica del racionalismo no está en
el "concepto" sino en la "evidencia"; lo designado
por el concepto es la evidencia de lo que la cosa es
(Zubiri, 1999a, pág. 188).
Para completar la búsqueda de la verdad en cuanto
verdad, se requiere de la «verificación». Por su
complejidad, no se entrará en una exégesis (ἐξήγησις)
técnico-filosófica de la tesis Zubiriana, solo se
señalará que con la verificación lo real adquiere la
verdad, siendo la verificación un proceso continuo
que desvela la verdad contentiva en la evidencia, es
un constante “ir verificando” (Zubiri, 1999a, pág. 338)
incremental que se soporta sobre la documentación
asociada al proceso, es decir, toda vez que dicho
proceso pasa a otro, el proceso de verificación no
será interrumpido (recursividad), el «ir» se mantendrá
activo siempre y cuando la documentación lo
permita.
En el ciclo recursivo contentivo en la trilogía, cada
ciclo mejora, incrementalmente, el nous (νοῦς),
la episteme (ἐπιστήμη), el ratio (onis) y con ellos la
tekné (τέχνη), la frónesis (Φρόνησις), en definitiva
mejora sustancialmente la phronesis (φρόνησῐς),
permitiéndonos una constante mejora continua que
se muestra en el ciclo siguiente y así, progresivamente
va achicando la brecha entre la verdad desvelada en
el ciclo y la verdad verdadera de la cosa como tal a
desvelar.
A manera de ejemplo y un tanto para clarificar el
panorama: «vemos» una manzana roja, falso lo que
«vemos» es una cosa con una forma, color, dimensión,
Inteligencia» (νους), «conocimiento cientíco» (επιστήµη), la unión de ambos o «sabiduría» (σοφία), «pensImiento práctico»
(φρóνησις), «comprensión» (σύνεσις), «juicio» (γνώµη, υπόληψις) y «lenguaje articulado» (διάλεκτος)” (Benéitez P., 2011).
Vol. 3 Núm.3 2018
Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
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8
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etc., gracias a la aprehensión de la trilogía, se supo
que es una fruta que la llaman «manzana», se supo
que dicho fruto se presenta en diferentes colores
y gracias al ciclo recursivo de reajuste continuo,
se supo que dicho fruto viene de un árbol de la
familia de las rosáceas que lo llaman manzano
(Malus domestica) y se estima que actualmente
existen, aproximadamente, más de 7,500 variedades
comerciales de manzanas
5
.
Con este ejemplo se evidencia que con la aprehensión,
la acción del logos y la verificación, a través de la
trilogía, se aprehende de lo ya aprendido y en esa
recursividad incremental de verdades reales iniciales,
a medida que se repite el ciclo
6
, se va acercando más
a la verdad verdadera de la cosa que inicialmente se
muestra como verdad real.
Ley de incomunicabilidad de los
géneros
En el muy breve y sucinto recorrido histórico del punto
anterior, se vislumbraron a groso modo, los cambios
evolutivos en la concepción del conocimiento, se
inició con el romántico pensamiento aristotélico-
escolástico que se gestó en la «Academia» fundada
por Platón en el 387 a.C., tomó fuerza en el «Liceo»
fundado por Aristóteles en 336 a.C. y se extendió
profusamente hasta la «universitās magistrōrum et
scholārium» medieval, su influencia fue tal que todavía
hoy se padece la que se conoció como el «dogma
aristotélico» la famosa «ley de incomunicabilidad de
los géneros», ley cuya génesis se ubica en la inmortal
Analytica posteriora de Aristóteles, específicamente
en el Libro I, sección 7 y 28 (1960, págs. 61, 155), su
tesis fue separar la aritmética (discontinuidad) de la
geometría (continuidad) (Molina, 2017), partiendo
de la premisa que ambas áreas del saber (géneros -
γένος) persiguen objetivos distintos. Seguramente
esta tesis tuvo la impronta del Aristóteles adolecente,
probablemente es el producto de la maduración
de su Protréptico (1952) cuando en su juventud
planteó, el que posteriormente se convirtió en un
clásico problema antropológico, su radical dualismo
«mente-cuerpo» (quizás la que fuera, su primera
disgregación de géneros), según él, el homo sapiens
está conformado por dos partes, una es el alma y
la otra es el cuerpo, la primera a través de la razón
gobierna y la otra subyace como instrumento;
parafraseando al estagirita se podría decir que se
está haciendo referencia a dos géneros, por ende
existen dos ciencias claramente diferenciadas que
los estudia, por un lado la ciencia del alma y por el
otro, la ciencia del cuerpo. Posterior a Protréptico,
Aristóteles en su inmortal obra Metafísica, con su
habitual ambigüedad (Hintikka, 1973) (ασάφεια -
ambiguĭtas) y basándose en su polémica homonimia
(óμώνυμοϛ
7
), señala convencido, que a todo género
(toma como ejemplo la “gramática” (Aristóteles,
1942, pág. 237)) le corresponde una sola ciencia y para
evitar dudas al respecto, excluye la posibilidad de
pasar de un género a otro (Aristóteles, 1943, pág. 72).
Con el tiempo, la mencionada «incomunicabilidad»
se convertiría en un real «autismo categorial»
donde muchos letrados y autoridades en la materia,
hipostasiados han forjado desde la escolástica, la
máxima de defender y mantener la forma canónica
e impecable, de los esquemas de identidad
(ταύτόν) de cada disciplina. Evidentemente dicha
incomunicabilidad es producto de un error cognitivo
o más bien, un error categorial epistémico basado en
una errónea valoración ontológica que, a todas luces,
justifica el no ser parte del ser de otro.
Evidente e irrevocablemente, la longeva
«incomunicabilidad de los géneros» ha actuado
5
Este número se obtuvo del trabajo de investigación “Producción de manzana de calidad para mesa: oportunidad para salir de la po-
breza para miles de familias campesinas del centro de México” adscrito al proyecto “Modernización de la producción de manzana en
José María Morelos, Tlachichuca, Puebla” (López C., 2014)
6
En esto de lo «ya aprendido» surge como punta de iceberg la importancia del «inconsciente cognitivo» y la necesidad, señalada por
Tarantino-Curseri, de entender: “El papel del “inconsciente” en la modicación y el control de las decisiones y las acciones voluntarias
[…] afectando en forma signicativa nuestro comportamiento, de hecho, nos formatea nuestra percepción, del mundo que nos rodea.”
(2015, págs. 14, 21).
7
La paternidad de este término se le atribuye al maestro Aristóteles quien la denió en su Categorías (1938, pág. 12), la hermenéuti-
ca en torno al uso que le dio éste, desde sus inicios ha estado inmersa en la confusión y controversias en el mundo de la losofía, se
tiene un cierto consenso en que la homonimia que usó el estagirita fue del tipo «prós hén». El autor de este artículo considera que la
hermenéutica más acertada está en manos del lósofo británico Gwilym Ellis Lane Owen, quien la clasicó como “focal meaning”
(Owen, 1957, págs. 169-189). El tema en torno a este término es muy complejo y extenso, está fuera del alcance de este artículo y se
recomienda su investigación.
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como caldo de cultivo y ha promovido por siglos,
la crisis ontológica que ha avalado la galáctica
proliferación, multiplicación, dispersión y separación
indiscriminada de ciencias, produciendo a nivel
industrial, diálogo de sordos que han dificultado e
entorpecido la búsqueda de la verdad verdadera
8
integral de los fenómenos donde el homo sapiens
juega un rol protagónico.
Ahora bien, ante esta ilación de ideas es necesario
tener presente las palabras de Federico Engels (1961,
págs. 149,150):
Nada, en la naturaleza, ocurre de un modo aislado.
Cada cosa repercute en la otra, y a la inversa, y lo
que muchas veces impide a nuestros naturalistas ver
claro en los procesos más simples es precisamente
el no tomar en consideración este movimiento y esta
interdependencia universales.
Efectivamente, ningún fenómeno ocurre en forma
aislada y mucho menos si el homo sapiens forma
parte integral de él, ante este hecho irrefutable, es
menester abocarnos a desvelar el entrelazamiento
(symplokê) disciplinar en el que está inmerso el
fenómeno a estudiar, de lo contrario solo se tendrá
una visión sesgada y parcial de la verdad verdadera
integral que se necesita desvelar.
El principio de Symplokê
Muchos autores le adjudican la idea original del
principio de symploké a Demócrito de Abdera, sin
embargo fue éste junto con su maestro Leucipo de
Mileto (Diogenes, 1853), quienes no solo le dieron
carácter óntico heideggeriano al «vacío», el «ente
cuyo ser es el no ser», también establecieron dos
principios elementales que componen toda realidad:
lo sólido que a sus efectos es el «ser» y el vacío que
es el «no ser», al respecto, el mismo Aristóteles en
su obra Física en el Libro I, capítulo V, sección 118a
(1929, pág. 51) y en Metafísica en el Libro I, capítulo
IV (1942, pág. 67), comenta que Demócrito habla del
sólido y el vacío, el primero está relacionado con la
existencia y el otro a la no existencia. Por la ruptura del
«statu quo» de la época con su particular concepción
de la materia, a estos dos grandes pensadores
presocráticos, Leucipo y Demócrito, se les atribuye la
paternidad de la corriente filosófica conocida como
«atomismo», corriente que fue secunda, desarrollada
y ampliada por mentes brillantes de la talla de Galileo
Galilei (1890-1909) e Isaac Newton (1704), sin olvidar
la primera hipótesis atomista científica (la ley de
proporciones múltiples) formulada por John Dalton
en A new system of chemical philosophy (1808) y
la famosa «Tabla Periódica» de Dmitri Ivánovich
Mendeléyev en su The Principles of Chemistry (1903;
Robinson, 2018), la historia fue testigo de muchos
más como: Johannes Kepler, René Descarte, Francis
Bacon, Robert Boyle, John Locke, etc.
El centro de masa y piedra angular del atomismo fue
el movimiento y el átomo «ἄτομον», «que no se puede
dividir» siendo éste, un sólido inextenso e inmerso en
el vacío donde se dan las constantes interacciones
entre ellos, interacciones, entrelazamiento,
combinación, composición, entretejimiento,
comunicación, comunión, unión que le dan forma y
textura al principio de symplokê (συμπλοκή) y con él,
se podría enunciar una máxima: no existe un ente que
esté «absolutamente» aislado de todos los demás,
éste aun inmerso en la nada, estaría arropado por
ella.
Para entender la relación átomo-átomo, Laura
Gemelli Marciano haciendo referencia a Leucipo,
señala (2007, pág. 156): “El contacto entre los átomos
es por lo tanto, un contacto real, como lo muestra el
término específico para contacto recíproco διαθιγή
y el llamado a entrelazarse (περιπλέκεσθαι), a los
cruces (έπαλλαγή) y al apoyo mutuo (άντίληψις) entre
ellos”
9
.
Tras realizar una hermenéutica en torno a la
tesis atomista, el maestro de maestros, Platón
(Πλάτων), toma el principio de symplokê y realiza
el que fuera quizás uno de los primeros ejercicios
de interdisciplinariedad. Para los atomistas dicho
principio hacía referencia a las interacciones átomo-
átomo en el vacío, pero lo toma Platón, desde el
8
Asumiendo que la «verdad verdadera integral» es la suma de las verdades verdaderas parciales provenientes de las diferentes discipli-
nas que coadyuvan a esclarecerla.
9
Traducido por el autor de este artículo.
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punto de vista lingüístico y lo inserta en su arsenal
cognitivo, tal como lo muestra, a manera de ejemplo,
en Sofista en las secciones: 240c, 252e, 253a-b, 254b-
c, 259e, 262b-e, 263d (1977, págs. 350, 398, 252-253,
402-403, 425-426, 434-436, 440), en Teeteto en las
secciones: 204a y 205b-e (1977, págs. 230, 236-238) y
en Político en las secciones 278b y 281a (1975, págs.
78, 88), para referirse a la symplokê, no entre átomos
sino entre nombres, palabras, silabas e incluso letras.
No se puede obviar el uso interesante de symplokê
(Ruell & Hau, 2017) del famoso historiador griego
Polibio (Pagkalos, 2018), quien hizo un impresionante
despliegue cognitivo en sus 40 volúmenes de Historia
General (Phang, Douglas K., & Londey, 2016), donde
relata la red de interrelaciones y correlaciones
de los hechos acontecidos entre los pueblos del
Mediterráneo.
Más adelante en el tiempo, Descartes también realiza
una hermenéutica alrededor de la symplokê de sus
antecesores y le da fin al statu quo de la gnoseología
aristotélica-escolástica, con su revolucionaria
tesis destrona el «dogma aristotélico de la
incomunicabilidad», desplazando los sentidos por la
«sabiduría humana - bona mens»; la verdad (ἀλήθεια)
ya no será desvelada tras interpretar los sentidos,
será el entendimiento, será la bona mens quien la
dará a conocer.
De acuerdo con Descartes en su Regulae ad
Directionem Ingenii
10
:
… todas las ciencias están tan entrelazadas, que es
mucho más fácil estudiarlas juntas que separadas una
de otras. De esta forma, si alguien desea buscar con
seriedad la verdad de las cosas, no debe seleccionar
una ciencia en especial; porque todas las ciencias
están unidas entre sí y son interdependientes. Regla
I (1908, pág. 361).
… nada puede ser comprendido antes que el
entendimiento, ya que el conocimiento de todo lo
demás depende de éste y no a la inversa. Regla VIII
(1908, pág. 395).
El entendimiento, por sí solo, es capaz de percibir la
verdad, sin embargo éste debe ser ayudado por la
imaginación, los sentidos y la memoria, para no omitir
ningún recurso que esté bajo nuestra posesión. […]
Por lo que se infiere que solo podemos engañarnos
en la medida que construimos, de algún modo, las
cosas que creemos. Regla XII (1908, págs. 411, 423)
En su Discours de la Méthode señala:
Sin embargo lo que hace que muchos se convenzan
por si mismos que es difícil conocer la verdad e
incluso lo que sea su alma, es porque no levantan
nunca su espíritu por encima de las cosas de los
sentidos y están tan acostumbrados a considerarlo
todo con su imaginación que es un modo de
pensamiento especialmente adaptado a los objetos
materiales que lo que no es imaginable les parece
no ser inteligible. Esto se bastante manifiesto en la
máxima que los mismos filósofos admiten como
verdadera en las escuelas, y que dicen que nada hay
en el entendimiento que no haya estado antes en los
sentidos [Nihil est in intellectu quod non sit prius in
sensu (1902, pág. 37).
Ahora bien, al igual que Platón, Descartes también
realizó su ejercicio de interdisciplinariedad en
torno al principio de symplokê, pero va más allá,
éste logra la Transdisciplinariedad al formular una
particular Geometría (1925), hoy conocida como
Geometría Analítica (Ayerbe T., 2017) (álgebra +
geometría), y así, magistralmente dibuja en la
historia, un punto de inflexión marcando clara y
contundentemente un antes y un después, dejando
en el pasado el tan defendido «dogma aristotélico de
la incomunicabilidad».
Un ejercicio similar de interdisciplinariedad es
precisamente el ejercicio que debe realizar todo
Gerente de Proyecto en los primeros análisis
relacionados con la naturaleza, características y
potencialidades de las diferentes disciplinas que
circunscriben el proyecto a emprender.
Desde la filosofía, Zubiri y su trilogía (Inteligencia
Sentiente, Inteligencia y Logos, Inteligencia y Razón)
despejó el panorama, ahora será Séneca y su Bonae
10
Asumiendo que la «verdad verdadera integral» es la suma de las verdades verdaderas parciales provenientes de las diferentes disci-
plinas que coadyuvan a esclarecerla.
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11
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Mentis junto con Descartes y su Méthode, quienes
establecerán el «cómo» implementar el ejercicio de
interdisciplinariedad
11
.
La Bonae Mentis y las
«apropiaciones» de Descartes
Antes de iniciar con el aporte del polémico y poco
transparente francés Rene Descartes, quien no
titubeó al criticar con vehemencia a sus antecesores,
pero si tomó prestado sus aportes, a manera de
ejemplo: el famoso “dualismo cartesiano, el diádico
«res cogitans - res extensa» (Descartes, 1904) tiene
una fuerte similitud con lo planteado por el estagirita
«mente - cuerpo» en Protréptico (1952), la indiscutible
semejanza entre su verdad primera «Ego cogito, ergo
sum» (Descartes, 1902) y lo señalado por Agustín de
Hipona (conocido como san Agustín) «Si enim fallor,
sum» (Augustine, 1825; Bueno, 2016).
En cuanto a la piedra angular y centro de masa de la
gnoseología cartesiana «Bonae Mentis» (Descartes,
1908) «bona mens - bon sens» (Palkoska, 2017),
tiene una clara procedencia estoica-romana, su
genuina paternidad le corresponde al moralista y
máximo representante del estoicismo romano, Lucio
Anneo Séneca quien usó textualmente el término
«Bonae Mentis» (1585, págs. 381, 436) en varias de
sus obras. Por lo que se interpreta de los escritos de
Séneca, el término «Bonae Mentis» hace alusión no
a un concepto, es más bien un estilo de vida en pro
de un obrar virtuoso, es cubrirse y alimentarse, a
través del estudio y la investigación, de un logos que
permita adquirir la mayor sapiencia posible, es un
desvelar perpetuo de la realidad circundante, es una
búsqueda constante de la mejora continua y un amor
incondicional a la excelencia.
Lo que sí se le puede atribuir a Descartes es el haber
popularizado dicho término, y haber extrapolado
el aporte de Séneca impregnando sus 21 Regulae y
con especial énfasis su Discours de la méthode con la
«bona mens».
A partir de «Bonae Mentis» y sin romper el cordón
umbilical con el estoicismo , Descartes toma el
término «Bon sens» y lo sinonimiza con el término
«razón» y así inicia su discurso del método con la
siguientes palabras:
El buen sentido [bona mens] es lo que más se
comparte en el mundo: porque cada quien piensa
que posee tan buena provisión de él que incluso los
que son más difíciles de satisfacer en cualquier otra
cosa no suelen querer más de lo que ya tienen. Por
ende no es cierto que todos estén equivocados; sino
más bien esto testifica el poder del buen juicio [sens]
para distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo que
se llama buen sentido [bona mens] o razón y éste es
naturalmente igual en todos los hombres (Descartes,
1902, págs. 1-2).
Esta interesante apertura de su obra insigne, tal
como es costumbre, tiene cierta similitud con:
“Comúnmente se dice que la mejor distribución que
ha hecho la naturaleza es el justo reparto del juicio
[sens] ya que no hay nadie que quera más de lo que
se le haya conferido” (Montaigne, 1781, pág. 592).
Usado como piedra angular en el Discurso del
Método, pilar y estandarte de la escuela cartesiana,
su famoso principio de la «duda», igual que en los
casos anteriores, tampoco es una idea original, su
origen se ubica en la Metafísica de Aristóteles.
El que fuera uno de los primeros traductores, del
griego antiguo al inglés, de las obras de Aristóteles y
de Platón, el inglés Thomas Taylor, en su disertación
sobre el libro III de Metafísica (Taylor T. , 1812, pág.
426), comenta que la filosofía de Aristóteles era casi
ajena a la afirmación dogmática y más amistosa
a la duda, en cuanto a ella, el estagirita usaba con
mucha frecuencia el término aporía (απορειν), que
para aquel entonces era sinónimo de «duda» y en la
11
La paternidad del término «Transdisciplinariedad» se le adjudica erróneamente a Edgar Morin, pero la evidencia señala que fue in-
troducido por primera vez por Jean Piaget en el Congreso Internacional sobre la Interdisciplinariedad, auspiciado por la Organización
Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el Ministro Francés de Educación y la Universidad de
Niza en el año 1970 (Piaget, 1972).
12
No tanto griego con Zenón de Citio como su principal representante, sino más bien romano con Séneca como el máximo represen-
tante del estoicismo y moralismo romano.
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investigación de la verdad, tanto en lo teórico como
en lo práctico de su filosofía, lo usaba de diferentes
formas, Aristóteles al hablar de la «filosofía primer
13
señala que:
Para adquirir esa ciencia que es el objeto de nuestra
investigación, es necesario, en primer lugar, enumerar
los detalles respecto a ella y el primer requisito es
dudar [...] el poder de adquirir conocimiento posterior
se deriva de la solución de dudas previas (Aristóteles,
1801, pág. 40)
Evidentemente el estagirita estaba claro en cuanto
a la importancia de la duda tanto así, que hace
referencia a ella en un buena parte del contenido de
su Metafísica.
Santo Tomás de Aquino también comentó la
Metafísica de Aristóteles y específicamente, en los
primeros párrafos de los comentarios del libro III, este
ilustre personaje argumenta que la escurridiza verdad
no se muestra a cualquiera, ésta solo se desvela ante
el ser que duda; buscar sin primero dudar, es similar
a caminar inconscientemente, la verdad tampoco se
muestra aun conociendo lo que se busca, la verdad
se esconde y se manifiesta solo al que primero duda,
«Praedubitanti autem manifestus» (Santo Tomás,
1866, pág. 308).
Se consideró oportuno y pertinente señalar que la
teoría gnoseológica medieval en torno a la «filosofía
primera» de Aristóteles, actualmente está en tela de
juicio con los hallazgos del profesor emérito de la
Universidad de Padua, Enrico Berti, quien detectó
un pequeño error en las primeras traducciones de
Metafísica; se usó la palabra «aïdion» cuando tenía
que usarse «aition», es decir, hubo un inconveniente
entre tau «τ» y delta «δ», de tal forma que cuando
Aristóteles hablaba de la «filosofía primera» no
estaba aludiendo a la «ciencia de lo eterno», sino
más bien, a la «ciencia de la causa», así lo señaló la
profesora Cárdenas Mejía al traducir al español las
palabras de Berti en ocasión de la publicación de
su traducción de la Metafísica de Aristóteles (2018).
Este “inofensivo” cambio de letra, causa un tsunami
en torno al andamio gnoseológico que se forjó a
espaldas de Aristóteles.
En cuanto al uso y la importancia de la «evidencia»,
de hecho Descartes la ubica junto con la duda en
su primera regla en el Méthode, Javier Aoiz (2012)
comenta que el término fue acuñado por Cicerón como
«evidentia» a partir del término griego «enargeia» y
señala que tanto Aristóteles como Platón usaron sus
sinónimos en sus obras. En cuanto a la introducción
del término técnico enargeia, de acuerdo con Aoiz
(2012, pág. 168):
Sexto Empírico afirma que Teofrasto refería la
evidencia a lo sensible y a lo inteligible [...] hoy se
tiende a aceptar más bien que fue Epicuro quien
introdujo el término técnico enargeia, pues sus
escritos y la doxografía prueban claramente no solo
que utilizó repetidamente el término, a veces, incluso
como sinónimo de percepción (aisthêsis), sino que
hizo explícitamente de la enargeia la piedra angular
de su filosofía, lo que representaba un planteamiento
innovador en la filosofía griega. Epicuro testimonia
así el inicio de una vinculación entre evidencia
(enargeia), verdad y praxis que la cultura helenística
va a recorrer desde múltiples perspectivas
Evidentemente, tanto Platón, Aristóteles, Teofrasto,
Epicuro como Séneca, san Agustín, santo Tomás
de Aquino, Montaigne y colocando el acento en
la escolástica medieval, entre otros, tuvieron una
influencia importante en toda la gnoseología
cartesiana. Lo interesante en Descartes no fue el
haberse «apropiado» de las tesis de sus antecesores,
lo realmente interesante es el hecho que en ningún
momento Descartes señaló textualmente el haberse
apoyado en los aportes de estos ilustres pensadores,
que en ningún caso hubiese desmeritado y
desprestigiado la importancia de su gnoseología
cartesiana.
A pesar del merecido adjetivo «apropiado», no se
puede obviar el indiscutible aporte que este polémico
pensador dejó con su revolucionaria doctrina de la
razón, plasmada en su Méthode.
13
De acuerdo con Alfred Edward Taylor (1907, pág. 18), Aristóteles empleaba los términos «Wisdom» y «Theology» como sinónimos
de «losofía primera»
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El Método de Descartes
Heidegger comentando la Regulae ad Directionem
Ingenii, específicamente en la regla IV, «Necessaria
est Methodus ad rerum veritatem investigandam»
(Descartes, 1908, pág. 371) (El método es necesario
para llegar a la verdad de las cosas), señala que:
… el modo en que estamos en general detrás de
las cosas (μέθοδος), decide ya de antemano lo que
aprehendemos de verdad en ellas. El método no
es un elemento entre otros del equipamiento de la
ciencia, sino la instancia fundamental desde la que
se determina por vez primera qué puede convertirse
en objeto y cómo se convierte en objeto (Heidegger,
2009, pág. 132).
¿Por qué Discurso y no Tratado del Método?, esta
es la pregunta que le formula su amigo sacerdote,
matemático y filósofo francés Marin Mersenne,
en marzo de 1636, un año después, Descartes le
responde diciendo:
… no entendí bien tu objeción con respecto al título,
no le coloco Tratado del Método pero si Discurso
del Método ya que es similar a Prefacio o Aviso con
respeto al Método, es para mostrar que no tengo
proyectado enseñarlo, sino tan sólo de hablar de él
(Descartes, 1897, pág. 349).
Al final, esta obra se convirtió “no en una disputatio,
ni en un tratado, ni en un manual, sino en una...
autobiografía” (Ortega y Gasset, 1965, pág. 224).
Bien, Descartes dividió su discurso en 6 partes, por
motivos obvios de espacio, no se entrará en los
detalles de cada uno de ellas, tan solo se hará un
vuelo tangencial sobre la segunda parte (Descartes,
1902, págs. 1-78, 540-583), ya que en ella es donde
se encuentra el punto central del discurso y de
ella, se mencionará tan solo sus cuatro reflexiones
(comúnmente llamadas «reglas»):
1. Regla de la evidencia: No admitir cosa alguna
como verdadera sin saber con evidencia que lo era;
es decir, evitar toda prisa, y la anticipación del juicio,
y no aceptar nada más en mis sentidos que lo que
parecería tan claro y tan claramente en mi mente,
que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
2. Regla del análisis: Dividir cada una de las dificultades
que examinase en tantas partes como fuera posible, y
determinar cuáles de ellas son requeridas para lograr
su mejor solución.
3. Regla de la síntesis: Dirigir ordenadamente mis
pensamientos, comenzando con las tareas más
simples y sencillas, para ir ascendiendo poco a
poco, como por grados hasta las más complejas e
incluso asumiendo un orden entre aquellas que no se
preceden en forma natural unas a otras.
4. Regla de la verificación: Así como en una búsqueda
constructiva, realizar un recuento integral de todas
las tareas y hacer una revisión general que me permita
estar seguro de no olvidar nada.
Con la «duda metódica», la «evidencia» y el «Discurso
del Método», Descartes destrona la gnoseología
aristotélica-escolástica, mostrando un nuevo
horizonte «técnico-práctico» en la búsqueda de la
vedad y con él, dio inicio a una nueva era en el mundo
de la Investigación Científica.
Disertación
Se realizó un sucinto recorrido sobre 6 tópicos
que conforman, el conjunto de saberes del primer
proemio (προοίμιον) del cuerpo de conocimientos
que debe manejar todo Gerente de Proyecto.
Tópicos que parecieran no tener relación alguna y
menos que tengan alguna correspondencia con la
Gerencia de Proyectos, sin embargo constituyen las
bases del piso epistemológico que sostendrá todo el
aparataje gnoseológico que circunscribe el cuerpo de
conocimientos que todo Gerente de Proyecto debe
manejar con soltura.
Reemplazar la imaginación por la cognición
Hoy todo Gerente de Proyecto debe saber con certeza
que es inaceptable delegar a los sentidos y mucho
menos a la imaginación cualquier toma de decisión
inherente a su cargo. El nivel cognitivo y con él, el
juicio y la razón no deben supeditarse a los sentidos y
mucho menos a la emoción (Tarantino-Curseri, Breve
Recorrido Histórico de la Emoción: desde Platón
hasta Damásio y la Toma de Decisiones, 2018), de
ser así, el éxito del proyecto estaría comprometido
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y estaría jugando a perder; seguramente le espera el
fracaso.
A través del perenne estudio y la investigación,
alimente su Sophia (Σoφíα) (sabiduría intelectual-
teórica «sapiencia, episteme, nous») para fortalecer
su phrónesis (Φρόνησις) (sabiduría práctica «logos +
ethos + hermenéutica + moral») y así, ir acumulando
experiencias de éxitos a lo largo de su vida personal
y profesional.
La «Verdad Real» y la trilogía zubiriana (las 3
inteligencias)
La «verdad» que todo Gerente de Proyecto debe buscar
está personificada en las diferentes respuestas que
forjará durante todo el ciclo de vida de un proyecto
(desde el inicio, durante la ejecución e incluso
después de la culminación «post mortem»): ¿está
enmarcado en la Planificación Estratégica?, el ¿qué?,
¿por qué?, ¿para qué?, el ¿para quién?, ¿es necesario?,
el ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, el ¿con qué?, ¿con
quién?, ¿aspectos ecológicos?, la ¿responsabilidad
social?, ¿las evidencias?, ¿la documentación?, etc...
Zubiri, en forma simple e interesante, desde su
óptica como filósofo, explica el proceso del conocer,
de «intelección» involucrado en la búsqueda de la
verdad, pero con este personaje no se agota el tema,
éste también debería ser abordado desde la óptica
de la psicología y la neurociencia, afortunadamente
la literatura especializada en torno a él es amplia
y extensa, por lo que se aconseja su estudio e
investigación.
Ley de incomunicabilidad de los géneros
Esta ley muestra el reto que tiene todo Gerente
de Proyecto a la hora de ensamblar las diferentes
disciplinas involucradas en la elaboración y puesta
en marcha de todo proyecto. El Gerente de Proyecto
debe, en todo momento, evitar los diálogos estériles
entre los expertos de las diferentes disciplinas que
conforman el equipo del proyecto, debe promover
la actuación mancomunada entre los diferentes
especialista y evitar en todo momento los clásicos
monólogos disciplinares que tanto daño han
causado en el desarrollo social, técnico y científico
de la humanidad.
En palabras sencillas, todo Gerente de Proyecto debe
necesariamente promover la interdisciplinariedad
necesaria para el logro integral de su proyecto.
El principio de Symplokê
Este principio revela el inexplicable divorcio
disciplinar promovido por las universidades,
explica la interrelación natural entre las diferentes
disciplinas a la hora de abordar cualquier proyecto,
solo a manera de ejemplo: todo proyecto sin importar
sus características y dimensiones, tiene entre las
disciplinas involucradas: las ciencias administrativas,
economía, la psicología, ciencias jurídicas, la teoría
de causalidad, teoría de juegos, la negociación, la
teoría de investigación de operaciones, etc.
Todo Gerente de Proyecto debe usar el principio
Symplokê para lograr diálogos fructíferos entre las
diferentes áreas involucradas en su proyecto. No
tiene sentido permitir monocultivos en su estructura
matricial y pretender alcanzar el éxito integral que solo
el trabajo en equipo y la interrelación mancomunada
entre las disciplinas, se lo puede dar.
La Bonae Mentis y las «apropiaciones» de
Descartes
La «Bonae Mentis» de Séneca debería ser la piedra
angular y la razón de ser de todo Gerente de
Proyecto. La responsabilidad ante su familia, la
empresa donde labora y la sociedad, le exige al
Gerente de Proyecto un estilo de vida en pro de un
obrar virtuoso y efectivamente, el «buen sentido -
universalis Sapienci» le recuerda que debe estar en
una búsqueda constante (enmarcada en solidos
principios morales y éticos) de la mejora continua
y un amor incondicional a la excelencia; libre de
toda incertidumbre, necesariamente toda toma de
decisión, basada en las evidencias, debe tomarse con
total certeza del cumplimiento moral, ético, técnico y
social correspondiente.
En cuanto a las «apropiaciones» de Descartes,
pareciera que este ítem está fuera de contexto en
este artículo, sin embargo es uno de los puntos
cruciales inmerso en la «Bonae Mentis» que bien
manejado, impedirá que tus supervisados y
homólogos te despidan del trabajo; el buen trato y
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el correcto reconocimiento de logros por parte de
tus colaboradores es fundamental en el bienestar
de tu carrera profesional, el reconocer los aportes de
tus colaboradores no disminuye, más bien exalta la
importancia de tu trabajo como profesional.
El Método de Descartes
Tal como lo señala Benfeld Escobar “no hay una bona
mens sin un método adecuado” (Benfeld E., 2018,
pág. 165) y son precisamente las 4 reglas del método
de Descartes que se señalaron en este ítem.
Por razones evidentes de espacio no se pudo comentar
las 21 Reglas para la dirección del espíritu como
preámbulo del Discurso del Método, sin embargo
solo se señalaron las 4 reflexiones (comúnmente
llamadas «reglas») ofrecidas por Descartes, con la
firme convicción que el lector interesado realice la
investigación y posterior hermenéutica del caso.
Conclusión
Todo Gerente de Proyecto maneja presupuesto,
pero no necesariamente debe ser Contador o
Economista; administra personal y convive con sus
comportamientos y emociones, pero no debe ser un
Psicólogo; debe planificar, pero no necesariamente
debe ser un Planificador de profesión; un Gerente
de Proyecto «Debe» (con “D” mayúscula) ejecutar
el verbo en infinitivo «Gerenciar» y éste, va más allá
del manejo de los longevos procesos: Planificar,
Organizar, Dirigir y Controlar.
La Gestión de todo Gerente de Proyecto exige una
visión de 360 grados de la realidad que circunscribe
su quehacer diario, por ende, necesariamente debe
llevar a la praxis el principio de symplokê entre las
diferentes disciplinas que se dan cita en su gestionar;
de esta forma, mientras más robusto sea su portafolio
cognitivo tanto teórico (Sophia: sabiduría intelectual-
teórica «sapiencia, episteme, nous») como practico
(phrónesis: sabiduría práctica «logos + ethos +
hermenéutica + moral»), mayor será la probabilidad
de éxito.
Finalmente, se espera que estos sucintos párrafos
sirvan de incentivo y proemio para que el Gerente de
Proyecto, que esté en busca de la areté profesional,
tome conciencia del reto y responsabilidad de su
cargo, y tome las precauciones necesarias a fin de
maximizar su Sophia y en consecuencia, fortalecer
su phrónesis, de tal manera de poder adueñarse de
una postura ontológica que le permita posesionarse
y mantenerse surfeando, en la cúspide de la ola ultra-
competitiva que impone la avasallante Globalización
del presente siglo XXI.
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